miércoles, 25 de marzo de 2009

de los "33" al francés

De los “33” revolucionarios que al grito de “Libertad o Muerte” libertaron a los uruguayos de los brasileros, les cuento de dos: Juan y Ramón Ortiz, de la logia de los Caballeros Orientales.

Juan fue, tanto en aquel 1825 como en la posterior victoria de Sarandí, uno de los guapos del Regimiento de Dragones Libertadores encargado de la escolta del Comandante en Jefe Lavalleja.

Tras haber sido reconocido en la Independencia del 1830, se radica con su familia primero en Durazno, y luego en Tacuarembó.

Su prole también sería destacada, como el Mayor Rosendo Ortiz quien combatió junto a los Escayola y los de Souza Netto, y su nieto Celiar como Jefe de Policía y Ministro de Defensa.

Ramón Ortiz en realidad se llamaba Dámaso Ramón Jiquiao Ortiz, siendo como Juan, escolta del Brigadier General integrante del Ejercito de Vanguardia de Dragones Libertadores. Participó de varias contiendas armadas, como la batalla de Ituzaingó y la Guerra Grande, siempre con valentía y bravura.

Contrajo matrimonio con la Riograndense Joaquina Sequeira, radicándose en los campos de su propiedad en Tacuarembó, siendo Jefe del Regimiento de Guardias Nacionales. Muere en la ciudad de San Antonio de Concordia y en su testamento lega sus bienes a su esposa e hijas.

Doña Joaquina Sequeira, Dalmira y María Jiquiao pasaron a ser propietarias de “Dos suertes de campo en el departamento de Tacuarembó, 500 yeguas, 600 vacas y dos casas en el pueblo, más 213 reses en Concordia, en campo arrendado al Coronel Urquiza, en la Costa del Rabón, más 30 caballos”.

Sobre la estirpe de Don Ramón Ortiz sabemos que Dalmira se casó con Romualdo López y vivieron en las estancias suyas ubicadas entre arroyo Tranqueras y Tambores. Su hijo Cipriano Romulado López Sequeira, el que trabajaba en la imprenta con Clelio Oliva, dejó embarazada a una francesa en la época de esplendor del Cabaret “La Rosada” del Coronel.

Que esta chica, mucho dinero mediante, se hubiera quedado a cargo del “guachito” del Coronel, vaya y pase - no sería la primera ni la última vez que sucediera algo así en la Villa - pero que fuera a parir hijo de la estirpe de los “33” . . . ¡Que no querida!

¿El arreglo? No hubo que decir, no tuvo opción, ninguna, bien lejos y fuera del país.

Igual el dinámico e inteligente yerno del Coronel Escayola Dr. Mateo Parisí, que era de familia francesa, seguía manejando el galo sereno, firme y claro.

Don Parisí era el que se encargaba de los asuntos diplomáticos familiares, porque de verdad les digo que los demás eran bien brutos y no andaban con vueltas. Mateo, sin embargo, se caracterizaba por ser hombre bueno a carta cabal y por sobre todas las cosas simpático, afable y esencialmente generoso. A poco de su llegada a Tacuarembo se hizo cargo del Estudio del Dr. Dufort y Alvarez, conquistando un prestigio tal que le valió innumerables éxitos morales y materiales.

Luego lo sabido, Carlitos Gardel a Montevideo en la vueltita del Barrio Sur y Palermo, ahora al cuidado de otra francesa y la susodicha en el buque para sus tierras a tener el hijo bien lejos, como se dispuso.

Sobre María Jiquiao, la otra hija de Don Ramón Ortiz, sabemos que se casó con Miguel Childe, y tuvieron entre otros a su hija Elvira.

Elvira Childe Jiquiao se casó con Clelio Oliva Sghirla, hermano de María Lelia, la madre biológica de Carlitos Gardel.

Clelio Oliva era el propietario del “El Heraldo”, diario “colorado” tacuaremboense que respondía a los intereses de su cuñado el Coronel Escayola.

Siendo un tipógrafo experto sabía todo “sobre el arte de parar letras”, legó su saber a varios aprendices en talleres sobre la materia.

Aparte de su domicilio en la Villa, se lo veía habitualmente en Montevideo, llegando a vivir en la Capital en la calle Salto 986 y San Salvador del barrio Sur y Palermo, pegado al 980 donde se alojaba otro gran Childe Jiquiao, Don Abelardo Santana.

La estirpe de los Oliva, de los Childe, de los Jiquiao, de los Ortiz, los Parisí, los de Souza Netto y los Escayola han acompañado el surgir de la patria desde los orígenes de la nación, y su nutrida descendencia coexiste real en nuestro bendito Uruguay, como nuestras tradiciones orales . . . que nadie se atreva intentar acallar.





Safe Creative #0908274276698
Blog Widget by LinkWithin